UN CENTRO AEROESPACIAL
MEXICANO
Propuesta para la creación de una base
mexicana con plataformas para ellanzamiento
de proyectiles de largo alcance y para el
desarrollo de proyectos espaciales con
fines pacíficos
mexicana con plataformas para ellanzamiento
de proyectiles de largo alcance y para el
desarrollo de proyectos espaciales con
fines pacíficos
Presentada por: Armando Martínez
Fecha: 28 de Julio de 2005
Fecha: 28 de Julio de 2005
DISTRIBUCION:
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT)
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Instituto Politécnico Nacional (UPN)
Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UPN)
Universidad Autónoma de Zacatecas
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ)
Instituto Tecnológico de Monterrey (ITESM)
Medios de Comunicación
TEMARIO
- INTRODUCCION GENERAL
- ANTECEDENTES
- EL MEJOR MOMENTO PARA COMENZAR ES HOY
- OBJETIVOS Y BENEFICIOS
- UN ESFUERZO COOPERATIVO INTER-UNIVERSITARIO
- UN ESCENARIO HIPOTÉTICO
- UNA VENTAJA ESTRATÉGICA
- LINUX: UNA ALTERNATIVA PARA REDUCCION DE COSTOS
- LA NUEVA CARRERA AEROESPACIAL
- FINANCIAMIENTO
- DE UN INICIO MODESTO A UN SATÉLITE ARTIFICIAL
- EL PAPEL DEL ESTADO COMO CUSTODIO DEL CENTRO
- LA UBICACION DEL CENTRO ESPACIAL
- LA META
INTRODUCCION GENERAL
Este documento presenta una propuesta para la creación de un centro aeroespacial mexicano, el cual puede servir no sólo como un magnífico centro de investigación y entrenamiento para los estudiantes y los maestros de las universidades que participen en dicho proyecto, sino que también servirá como plataforma para acercar a México hacia una mayor independencia tecnológica y científica, permitiéndole tomar un liderazgo estratégico en America Latina.
ANTECEDENTES
Erróneamente, hasta el día de hoy, muchos (tanto dentro como fuera de México) creen que México no cuenta ni con los talentos científicos ni con los recursos necesarios para poder diseñar y construír un cohete de mediano alcance, mucho menos un cohete de largo alcance capaz de entrar en órbita terrestre para poner en el espacio un satélite de telecomunicaciones diseñado y construído por mexicanos.
Sin embargo, desde hace casi medio siglo, México en varias formas ya ha sido pionero en América Latina para lograr un proyecto de esta envergadura. Consultando la página Web del gobierno zacatecano, nos encontramos con que en México el primer cohete experimental fue lanzado por el grupo de Física de la Universidad de San Luis Potosí, encabezado por Gustavo del Castillo. El evento tuvo lugar el 28 de diciembre de 1957. El cohete lanzado en aquél entonces pesaba 8 kilogramos de peso y tenía una longitud de 1.70 metros, elevándose a una altura de 2 mil 500 metros. Después de varios lanzamientos posteriores esta actividad declinó en la Universidad de San Luis Potosí, para reactivarse posteriormente el 3 de abril de 1963 cuando Juan F. Cárdenas lanzó el cohete “Zeus 1”. Estos logros científicos estimularon a Manuel Escobar y a un grupo de estudiantes de ingeniería mecánica electricista a diseñar diversos prototipos de cohetes a partir de 1966 bajo la tutela de Escobar. Sin embargo, la agrupación no llegó a un acuerdo y Manuel tomó su propio camino e hizo su prototipo, el cual fue probado y finalmente lanzado el 14 de mayo de 1970, obteniéndose un lanzamiento exitoso. El rector de la universidad, Magdaleno Varela Luján, comunicó a la prensa que la Universidas Autónoma de Zacatecas había obtenido su máximo triunfo científico en el área química, además de señalar orgulloso que el director técnico del programa era sobrino suyo. El cohete UAZ-7 despegó a las 16:17 horas y alcanzó una altura de 3 mil 500 metros, el combustible fue a base de polvo de zinc y de azufre. A este lanzamiento siguieron una serie de experimentos con mejores resultados. Lamentablemente, el grupo de científicos formados por Manuel Escobar se disolvió por la falta de recursos para continuar con sus investigaciones.
Cabe agregar que el primer cohete mexicano que alcanzó una altura de 2 mil 500 metros fué desarrollado en su totalidad por una sola universidad, la Universidad de San Luis Potosí. Y el cohete UAZ-7 que alcanzó una altura de 3 mil 500 metros también fué desarrollado en su totalidad por una sola universidad, la Universidad Autónoma de Zacatecas. Podemos fácilmente imaginar lo que ambas universidades habrían podido lograr si hubiesen sumado recursos y talentos.
Más recientemente, la Universidad Nacional Autónoma de México completó exitosamente el diseño y la construcción del satélite artificial UNAMSAT-2, el primer satélite mexicano con frecuencias para radioaficionados, el cual fué lanzado al espacio exterior el 5 de Septiembre de 1996. El transmisor del satélite utiliza una potencia segura de entre 0.2 y 0.3 Watts, y recibe en las frecuencias de 145.815, 145.835, 145.855 y 147.875 Megahertz. Igualmente, transmite en la frecuencia de 437.206 MHz. Adicional a su capacidad para transmitir con la tecnología Packet, el UNAMSAT-2 lleva a cabo mediciones de presencia de meteoros, transmitiendo pulsos en 40.997 MHz para detectar la presencia de meteoritos ingresando a la atmósfera terrestre.
Pero este satélite artificial, diseñado y construído por mexicanos, tuvo que ser lanzado en Rusia desde el centro espacial Plesetsk, precisamente por carecer México de un centro aeroespacial para el lanzamiento de satélites artificiales.
De nueva cuenta, podemos imaginar lo que México como Nación podría haber logrado si la Universidad de San Luis Potosí, la Universidad Autónoma de Zacatecas, y la Universidad Nacional Autónoma de México, hubiesen sumado recursos y talentos y si, además, hubiesen contado con la tecnología informática mucho más potente pero mucho más económica con la que contamos hoy en día. Es muy posible que aún sin los recursos de hoy, con el simple hecho de sumar esfuerzos, desde hace más de tres décadas México ya podría haber puesto su propio satélite artificial en órbita, situándose a la cabeza entre todas las demás naciones de América Latina y asumiendo con ello un indiscutible liderazgo mundial.
EL MEJOR MOMENTO PARA COMENZAR ES HOY
Hace apenas unas dos décadas, proponer un proyecto de ésta envergadura hubiera sido algo impensable, dados los enormes costos involucrados principalmente en la adquisición y el diseño del equipo electrónico de cómputo y control para poder llevar a cabo el lanzamiento exitoso de un cohete modesto de mediano alcance.
Pero gracias a la increíble miniaturización (y el consiguiente abaratamiento) de la electrónica involucrada en este tipo de proyectos, hoy en día cualquier estudiante de secundaria o preparatoria que tenga en su escritorio una computadora personal de bajo costo tiene ya en sus manos una capacidad de cómputo mucho mayor que la que tenía la agencia espacial norteamericana NASA cuando enviaba misiones tripuladas a la Luna. Una sola computadora IBM que en 1980 costaba varias decenas de millones de dólares, requiriendo programas de cómputo (software) igualmente onerosos, ocupando por sí sola un edificio de varios pisos y requiriendo un consumo gigantesco de energía eléctrica para su funcionamiento continuo, es hoy computacionalmente inferior a un simple servidor (server) que cueste menos de dos o tres mil dólares, el cual hoy cabe fácilmente al lado de cualquier escritorio y el cual requiere un consumo de energía eléctrica inferior al de un horno de microondas.
El espectacular abaratamiento de la tecnología en este campo ha sido tal, que inclusive en los Estados Unidos hay ya varios empresarios privados que, usando sus propios recursos, sin recibir ayuda económica alguna de parte del gobierno norteamericano, están trabajando ya en el diseño y la construcción de sus propios cohetes, con fines comerciales en mente.
Ciertamente, en un país tan grande como México, aunque no haya un empresario con recursos económicos propios suficientes para solventar un proyecto de esta naturaleza, la fusión de recursos y talentos científicos de varias de las mejores universidades de México, apoyada por el financiamiento de empresas privadas ansiosas de obtener reconocimiento nacional y mundial como patrocinadoras de este proyecto, a lo cual se podrían sumar los apoyos que se puedan obtener a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, permite concebir esto no sólo como algo posible, sino como algo cuyo postergamiento indefinido es de hecho contrario a los intereses de la Nación.
OBJETIVOS Y BENEFICIOS
A continuación se ennumeran tan sólo algunos de los numerosos beneficios que se pueden lograr en caso de llevarse a cabo la creación de un centro espacial mexicano desde el cual se puedan llevar a cabo experimentos con lanzamiento de cohetes:
- PRESTIGIO MUNDIAL PARA MÉXICO. La creación de un centro aeroespacial que eventualmente pueda ser capaz de poner en órbita un satélite artificial diseñado y contruído por mexicanos puede colocar a México en una posición privilegiada en el concierto de las naciones del orbe.
- UN CENTRO NACIONAL DE INVESTIGACION Y ENTRENAMIENTO PARA CIENTIFICOS MEXICANOS, TECNICOS MEXICANOS, ESTUDIANTES DE POST-GRADO Y MAESTROS UNIVERSITARIOS. En la actualidad, México carece de un laboratorio adecuado para llevar a cabo proyectos con diseño y experimentación de cohetes de mediano y largo alcance. Y cualquier universidad mexicana, por sí sola, difícilmente podría echar a andar un proyecto de este tipo. Pero como la unión hace la fuerza, un esfuerzo colaborativo agrupando a los mejores talentos de las mejores universidades de México, con ayuda gubernamental mínima, proporcionaría un campo experimental con un valor mucho muy superior a los costos involucrados en comenzar un proyecto como éste.
- UN ESTIMULO PODEROSO PARA FRENAR LA FUGA DE CEREBROS AL EXTRANJERO. En la actualidad, si algún científico o ingeniero mexicano está interesado en estudiar ciencias aeroespaciales, la alternativa más atractiva resulta emigrar a un país extranjero que cuente con los medios para permitirle poder desarrollarse profesionalmente. La presencia de un centro aeroespacial en México puede estimular la creación de este tipo de educación especializada en México prescindiendo de la necesidad de tener que procurar este tipo de conocimientos en el extranjero, y puede ser la razón que necesitan aquellos profesionistas que gradúan con este tipo de conocimientos para permanecer en su propio país sin razón alguna para dearraigarse.
- CREACION DE EMPLEOS DE ALTA TECNOLOGIA EN MÉXICO. Los conocimientos adquiridos por los universitarios que participen en las investigaciones y los experimentos llevados a cabo en el centro espacial les permitirán poder ofrecer sus servicios y conocimientos en áreas reservadas en la actualidad a servicios que son proporcionados por empresas extranjeras cuyos beneficiarios son los ciudadanos y residentes de dichos países con una creación mínima por no decir nula de empleos en México.
- UN IMAN PARA ATRAER TALENTO CIENTIFICO A MÉXICO. Contar con un centro aeroespacial en México no sólo puede ser un factor para abatir la fuga de talento científico que se está dando hacia otros países, sino que inclusive puede ser un estímulo para atraer de otros países (Brasil, Venezuela, España, etc.) hacia México a sus estudiantes y académicos más talentosos, los cuales con su potencial pueden ayudar a México a escalar hacia arriba situándolo a la par de las naciones industrializadas.
UN ESFUERZO COOPERATIVO INTER-UNIVERSITARIO
No hay universidad o instituto tecnológico en México que no pueda resultar beneficiado a la larga con un proyecto colaborativo de esta naturaleza. Los conocimientos compartidos, la competencia para proponer y materializar las mejores ideas, la producción de una mayor cantidad de trabajos y publicaciones científicas de mejor calidad puede todo a la postre incrementar el grado de calidad académica tanto del profesorado como del estudiantado que pongan su grano de arena para el uso óptimo de un centro aeroespacial mexicano.
UN ESCENARIO HIPOTETICO
“La unión hace la fuerza”, reza un viejo adagio. Si bien, un programa para el diseño y el lanzamiento de proyectiles de bajo costo (en el rango de los 100 hasta los 10 mil dólares) con alcance muy limitado (estos son proyectiles que pudieran ser clasificados como simples “juguetes” experimentales, excelentes dentro de un proyecto universitario de postgrado para empezar a ganar experiencia propia) en estos momentos está al alcance de cualquier universidad que decida utilizar para esto sus propios recursos y su propio presupuesto, un programa para el diseño y el lanzamiento de proyectiles de mediano alcance (con un costo entre los 10 mil y los 100 mil dólares) y largo alcance (con un costo superior a los 100 mil dólares) puede estar fuera de las posibilidades de una sola institución educativa superior en México. Sin embargo, con una repartición de las labores en el diseño y la construcción de proyectiles cada vez más potentes, con cada universidad aportando su parte dentro de un programa bien integrado, las posibilidades de lograrlo (y los beneficios obtenidos) crecen enormemente.
De este modo, podemos imaginarnos un escenario, por el momento hipotético, en el cual en un esfuerzo colaborativo varias universidades mexicanas, con el apoyo del CONACYT y con el apoyo de empresas privadas que con programas especiales de exención de impuestos quieran participar en una tarea nacional de esta índole, las tareas podrían quedar repartidas de varias maneras, una de las cuales podría ser la siguiente (a manera de ejemplo):
Instituto Nacional de Astrofísica, Optica y Electrónica (INADE)
Universidad Autónoma de San Luis Potosí
MISION: Diseño y construcción del cuerpo exterior de cohetes, para la primera etapa.
MISION: Diseño y construcción de sistemas de radar para el
rastreo de proyectiles
Universidad Autónoma de Zacatecas
MISION: Diseño y construcción del cuerpo exterior de cohetes, para la segunda etapa.
Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME)
Instituto Politécnico Nacional
MISION: Diseño de motores para cohetes de bajo, mediano y largo alcance
Universidad Nacional Autónoma de México
MISION: Diseño y construcción de los satélites artificiales a ser puesto en órbita
MISION: Diseño de redes de telemetría para el rastreo de satélites artificiales
Instituto Superior de Estudios Tecnológicos de Monterrey
MISION: Diseño y construcción de giróscopos de navegación y guía inercial
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
MISION: Diseño y construcción de las plataformas de lanzamiento
Instituto Politécnico Nacional – Instituto Mexicano del Petróleo
MISION: Desarrollo de combustibles de alto grado para cohetes
UNA VENTAJA ESTRATEGICA
Para iniciar así sea un modesto programa experimental de diseño y lanzamiento de cohetes con fines pacíficos, México tiene una ventaja indiscutible sobre todos los demás países de América Latina: su cercanía geográfica con los Estados Unidos de Norteamérica. Esta proximidad con el primer país que puso un hombre en la Luna, con un país que tiene más de medio siglo de historia, experiencia y conocimientos acumulados desde que la carrera espacial empezó con el lanzamiento soviético del satélite artificial Sputnik y la puesta en órbita del primer astronauta Yuri Gagarin, proporciona una ventaja estratética incalculable a México que hasta el día de hoy no ha sido
aprovechada.
La misma cercanía geográfica con el país económicamente más poderoso del mundo pone al alcance de la franja fronteriza la accesibilidad y disponibilidad inmediata de verdaderos ríos de información, experiencia y conocimientos que otros países del continente como Chile y Brasil envidiarían. Materiales, libros, herramientas, bibliotecas, revistas, equipo especializado; todos los recursos tecnológicos y científicos disponibles a cualquier ciudadano norteamericano son también accesibles con tan solo cruzar la frontera.
Esta proximidad geográfica es la que ha permitido a la franja fronteriza convertirse en un imán para la industria maquiladora extranjera, misma que a su vez ha capacitado a muchos técnicos y profesionistas mexicanos en tecnologías avanzadas, lo cual en cierta forma ha preparado a México para procurar su propia independencia científica y tecnológica.
LINUX: UNA ALTERNATIVA PARA REDUCCION DE COSTOS
Para la creación de los nuevos programas computacionales que serán requeridos por un centro aeroespacial mexicano, desde el punto de vista de la inversión requerida la situación hoy resulta ya muchísimo más económica de lo que se requería en aquellos tiempos en que fueron lanzados al espacio los astronautas Yuri Gagarin (Abril, 1961) y John Glenn (Febrero, 1962).
Aunque subsiste la impresión equivocada entre mucha gente de que cualquier desarrollo computacional especializado que se tenga que llevar a cabo para un proyecto de gran envergadura dependerá de la utilización de programas y recursos de software que dependerán de empresas comerciales privadas como Microsoft que tienen un virtual monopolio del mercado informático para el consumidor, lo cual se eventualmente podría requerir una erogación considerable de dinero en el pago por el uso autorizado de licencias extremadamente caras, de hecho existe ya en nuestros días otra alternativa cuyo costo es, por increíble que parezca, cero. Esta alternativa la ofrece el movimiento de “software abierto” (Open Source, www.opensource.org), basado fundamentalmente en un lenguaje conocido en la actualidad como Linux. Linux es un descendiente directo de otro lenguaje, Unix, usado ampliamente en los círculos científicos y académicos en Estados Unidos, Europa y Japón, y es el resultado de un esfuerzo cooperativo internacional al cual se están sumando cientos de miles de los mejores programadores del mundo que no desean un futuro informático controlado por una sola empresa comercial, y cuyo “código fuente” sea un secreto bien guardado.
Se repite, por la importancia del hecho: todos los programas y paquetes computacionales desarrollados con el lenguaje Linux bajo el esquema del “software abierto” son gratuitos, no cuestan un solo centavo. Y día con día, mucho de lo que ya se ha desarrollado está siendo mejorado y actualizado gracias al esfuerzo colaborativo internacional de cientos de maestros, estudiantes y profesionales que están cooperando por cuenta propia en el proyecto basado en Linux.
Además de la enorme ventaja que ofrece el sistema operativo Linux de ser un entorno gratuito por el que no se pagan regalías y comisiones por el uso de licencias de alto costo, y además de que ya hay muchos programas científicos y computacionales de todo tipo desarrollados bajo Linux que se pueden bajar sin costo alguno de la red Internet, existe una ventaja adicional que traería consigo el uso de Linux para todo lo relacionado con el software manejado por un centro aeroespacial mexicano: sería un excelente medio para preparar una nueva generación de talentos mexicanos para el desarrollo de programas computacionales sofisticados con aplicación práctica sin la enorme dependencia de otro entorno propiedad de una empresa privada como Microsoft, proporcionando una experiencia invaluable para las nuevas generaciones de programadores mexicanos.
Bajo Linux, se vuelve posible para estudiantes mexicanos de post-grado en sus proyectos de Maestría y Doctorado el desarrollo a bajo costo tanto de programas computacionales para el control de vuelo y el rastreo instantáneo de proyectiles y satélites como de programas utilizados para el desarrollo en sí de cada proyecto, por ejemplo con el desarrollo de programas para el diseño gráfico, el desarrollo de programas para la detección y control de código informático malicioso, el desarrollo de programas para girar órdenes tanto a un proyectil en vuelo como a un satélite artificial mexicano que está siendo puesto en órbita o que ya entró en órbita (cuando llegue ese día), el desarrollo de programas para poder compartir datos técnicos entre las universidades mexicanas que estén involucradas en el proyecto.
LA NUEVA CARRERA AEROESPACIAL
Las razones originales para la carrera hacia el espacio, esto es, la militarización del espacio, una consecuencia directa de la Guerra Fría tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la cual empezó de hecho con el lanzamiento del satélite artificial Sputnik en la Unión Soviética, han dejado de ser ya la única motivación. Aunque tanto los Estados Unidos como Rusia insisten en la militarización del espacio con fines bélicos, hay razones de índole más pacífica y mucho más útil para la humanidad que la destrucción de la misma para la conquista del espacio, razones tales como la puesta en órbita de satélites de telecomunicaciones que permiten la intercomunicación entre las naciones del orbe, la puesta en órbita de satélites meteorológicos para el estudio de los fenómenos climatológicos de la Tierra e inclusive la advertencia temprana de desastres inminentes tales como huracanes y tifones, y el estudio de los orígenes del Universo y del cosmos que nos rodea, a lo cual se agrega el uso del espacio con fines comerciales con fines de entretenimiento capaces de generar divisas y crear fuentes de empleo. Esto último ha abierto las puertas a la iniciativa privada para poder llevar a cabo su propia conquista del espacio sin la necesidad de tener que depender de agencia gubernamental alguna, para lo cual seguramente emplearán personal que ha recibido capacitación y ha adquirido experiencia y conocimientos por la labor que haya desarrollado en un centro aeroespacial.
Podemos citar cuatro ejemplos de empresarios prominentes que han fundado ya sus propias empresas privadas aeroespaciales con fines comerciales, apoyadas en financiamiento privado, sin recibir recurso público alguno. El primer ejemplo nos lo dá Elon Musk, quien el mes de Junio del 2002 fundó en los Estados Unidos la empresa Space ExplorationsTechnologies Corporation (mejor conocida como SpaceX). A menos de tres años de su creación, la empresa ya ha producido dos cohetes de largo alcance, el cohete Falcon I:
http://en.wikipedia.org/wiki/Falcon_I
y el cohete Falcon V:
http://en.wikipedia.org/wiki/Falcon_V
El segundo ejemplo nos lo dá el empresario norteamericano Jeffrey Bezos, quien fundó la empresa Blue Origin, con el propósito de diseñar y lanzar al espacio naves capaces de llevar una tripulación humana:
http://www.space.com/news/050615_blueorigin.html
El tercer ejemplo nos los dá la nave SpaceShipOne, la cual el 4 de Octubre del 2004 se convirtió en la primera nave tripulada financiada completamente con recursos privados que rebasó en dos ocasiones diferentes (en un período de 14 días) una altura de 328,000 pies, reclamando para sí el codiciado premio Ansari X-Prize. En este caso, el equipo de diseño fué dirigido por Burt Rutan con el apoyo financiero de Paul Allen:
http://www.scaled.com/projects/tierone/index.htm
Muchos de los detalles del proyecto están accesibles directamente en Internet:
http://www.scaled.com/projects/tierone/info.htm
El cuarto ejemplo lo tenemos con John Carmack, fundador de la empresa aeroespacial Armadillo Aerospace:
http://www.armadilloaerospace.com/n.x/Armadillo/Home
Si empresarios privados que no son los hombres más ricos del mundo están en condiciones de poder emprendrer hoy gracias al abaratamiento de la tecnología y la desclasificación de información que antes era considerada altamente secreta sus propios proyectos aeroespaciales sin ayuda gubernamental alguna, ¿por qué razón no puede hacerlo México en un esfuerzo inter-colaborativo universitario con la ayuda del gobierno federal? El tiempo para las excusas y los pretextos se ha terminado, y si México no toma ya los primeros pasos para la creación de su propio centro aeroespacial ello sólo será por falta de liderazgo y de ganas, no por falta de disponibilidad de talento académico y de recursos.
FINANCIAMIENTO
Esta propuesta se hace con plena conciencia de las grandes carencias que hay en el país. La creación de un centro espacial mexicano no tiene como objetivo inmediato el lanzamiento de una misión tripulada a otro planeta, como tampoco tiene la intención inmediata de diseñar y construír una nave que pueda ser capaz de acoplarse a la estación espacial internacional. Los costos actuales para este tipo de objetivos son prohibitivos para un país como México. Inclusive para el lanzamiento de proyectiles con miras a la puesta en órbita de por lo menos un satélite artificial, no se contempla que el Estado mexicano asuma la totalidad de la responsabilidad y el financiamiento del proyecto.
La mejor justificación para un proyecto de esta índole es que, de hecho, la carencia de un centro aeroespacial ya le está costando a México bastante caro. Todos, absolutamente todos los satélites artificiales comprados y utilizados tanto por el gobierno mexicano como por las empresas privadas representan un drenaje de recursos hacia el exterior, recursos que se van a crear empleos en otros países, recursos que van a beneficiar económicamente a otras naciones y sus empresas privadas. De este modo, los satélites artificiales Morelos I (Satmex I, lanzado el 17 de Junio de 1985) y Morelos II (Satmex II, lanzado el 27 de Noviembre de 1985), Solidaridad I (Satmex III, lanzado el 20 de Noviembre de 1993), Solidaridad II (Satmex IV, lanzado el 8 de Octubre de 1994), Morelos III (Satmex V, lanzado el 6 de Diciembre de 1998), fueron comprados a una empresa privada, la Hughes Aircraft Company, a un costo combinado que excede ya cientos de millones de dólares. Y esto se refiere únicamente al costo de los satélites. No incluye los costos de lanzamiento, los cuales representan cientos de millones de dólares adicionales. Todos estos recursos están yendo directamente al sostenimiento de agencias aeroespaciales extranjeras sin que ello represente la creación de un solo empleo en México o innovación tecnológica alguna.
En un primer paso, con apoyo del CONACYT y con recursos propios, varias universidades podrían combinar los recursos económicos y los mejores talentos de sus programas de post-grado para algo relativamente modesto, factible de ser financiado por los alcances moderados del programa. Una vez que la puesta en órbita de un satélite artifical diseñado, construído y operado por mexicanos, esté al alcance de la mano, con el lanzamiento de los primeros satélites de telecomunicaciones el centro aeroespacial puede volverse auto-financiable, y puede ofrecer sus servicios a empresas mexicanas que hoy en día tienen que rentar o comprar estos servicios al exterior.
DE UN INICIO MODESTO A UN SATELITE ARTIFICIAL
En sus inicios, el centro espacial puede servir como punto de partida para retomar aquellos proyectos y experimentos que se llevaron a cabo hace más de medio siglo en la Universidad de San Luis Potosí. Se puede construír sobre las experiencias acumuladas en aquella época para no partir de cero. En un esfuerzo colaborativo inter-disciplinario, las universidades participantes podrían empezar con el diseño de un cohete pequeño de corto alcance capaz de alcanzar una altura “modesta”, digamos unos 3 mil metros, como ya una vez se logró por parte de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Como ya se mencionó, en una universidad podrían diseñar y construír los motores internos del cohete, y para un cohete más complejo consistente en dos o inclusive tres etapas, la labor de diseño y construcción podría ser dividida en dos universidades. En otra universidad se podrían elaborar algunos de los programas de cómputo a ser utilizados en el lanzamiento. En otra universidad podrían comprometerse a diseñar la plataforma de lanzamiento para este cohete. En otra universidad podrían diseñar algún equipo electrónico a ser puesto en la nariz del cohete. Así, el trabajo para la construcción del cohete sería un trabajo en equipo, requiriendo un nivel de cooperación y coordinación que no se ha visto en México hasta la fecha.
Tras el lanzamiento exitoso del primer cohete, con los conocimientos y la experiencia adquiridos, es dudoso que los participantes del proyecto se conformarían con diseñar y construír un cohete limitado a alcanzar nuevamente la misma altura anterior de 3 mil metros. Podrían intentar el diseño y la construcción de un segundo cohete capaz de llegar a una altura de unos 5 mil metros (cinco kilómetros). Un tercer cohete podría tener como objetivo una altura de unos 6 kilómetros. Y así sucesivamente.
En cada etapa del proyecto, los planos (mecánicos, electrónicos) así como el código fuente de los programas de cómputo serían integrados a una base de datos del centro espacial, accesible a todas aquellas universidades y a todos aquellos universitarios involucrados de alguna manera con los proyectos del centro aeroespacial.
Se sabe de antemano que no sólo habrá exitos. También habrá fracasos. Pero es posible que los participantes del centro espacial aprenderán más de sus fracasos que de sus éxitos. Y cada proyecto ciertamente irá superando al anterior de alguna manera.
Hasta que llegará el momento en que todos los involucrados se sentirán lo suficientemente capaces como para intentar diseñar y llevar a cabo en equipo la construcción de un proyectil que sea capaz de entrar en una órbita estable alrededor de la tierra.
El primer satélite artificial mexicano, diseñado por mexicanos y puesto en órbita por mexicanos desde un centro aeroespacial mexicano.
Tal debe ser la primera meta ambiciosa del centro espacial con la cual alcanzaría su madurez tecnológica y científica. Esta es la meta que puede impulsar plenamente a México como Nación hacia el tercer milenio, asegurándole un lugar privilegiado en la comunidad de naciones del orbe.
EL PAPEL DEL ESTADO COMO CUSTODIO DEL CENTRO
Siendo el centro espacial esencialmente un proyecto propiedad de la Nación, aunque el proyecto en sí es en su naturaleza para fines pacíficos, la custodia y el acceso a las instalaciones del centro espacial podrían quedar a manos de una división especial del Ejército Mexicano creada para este propósito.
LA UBICACION DEL CENTRO ESPACIAL
Idealmente, la ubicación geográfica del centro espacial es un asunto que debe ser acordado después de varios estudios llevados a cabo por las universidades bajo cuyo control estarán las investigaciones y los experimentos llevados a cabo en el centro espacial. Se podrá partir de una lista tentativa de varios estados y zonas geográficas, de los cuales eventualmente se seleccionaría aquél estado y aquella zona que reúna las mejores condiciones posibles. Entre los factores a tomar en cuenta para la selección del estado y la zona geográfica algunas consideraciones fundamentales para la decisión final serían las siguientes:
- La proximidad o la lejanía de zonas urbanas: ¿Qué tan cerca está la ciudad principal que pueda servir como fuente de abastecimiento para provisiones básicas? ¿Estará lo suficientemente alejado de las zonas urbanas más cercanas como para permitir que se lleven a cabo lasinvestigaciones y experimentos sin poner en riesgo a una zona poblacional?
- La sismicidad del sitio geográfico a ser elegido: ¿Qué tan frecuentes son los movimientos sísmicos en la zona geográfica en donde seráinstalado el centro espacial?
- El posible impacto de fenómenos meteorológicos: ¿Qué tan frecuentes son los fenómenos como huracanes o tolvaneras en el sitio geográfico a ser elegido?
Dado el enorme prestigio de contar con la presencia de un centro espacial, con sus obvias ventajas y beneficios, dada la derrama económica que la presencia de un centro aeroespacial avanzado puede dejar a una región, otro factor importante que podría influír para la decisión final para la ubicación del centro aeroespacial sería el siguiente: ¿Qué es lo que ofrece cada uno de los estados candidatos y competidores entre sí en caso de ser seleccionado paraa albergar el centro espacial? Aquí se puede abrir una sana competencia para determinar, al igual que como ocurre con las licitaciones para obras públicas, cuál es el estado que está en condiciones de ofrecer mayores ventajas y beneficios para la instalación del centro espacial: ¿Extensión superficial ofrecida por los gobiernos de los estados competidores para la construcción del centro espacial? ¿Apoyo para la construcción de una carretera de acceso a la entrada principal del centro? ¿Exención total del pago de impuestos prediales? ¿Qué tipo de apoyos y estímulos se ofrecen en cada estado, ya sea económicos o en obras, para ayudar al proyecto?
LA META
Un centro aeroespacial mexicano, autosuficiente, operado por un consorcio universitario con ayuda gubernamental mínima (principalmente para el resguardo y la protección de las instalaciones así como los suministros de energía eléctrica, agua potable y demás servicios que el centro requiera), capaz de poner en órbita en el espacio exterior satélites de comunicaciones que puedan redituar en un valor comercial, cuyas ganancias puedan ser distribuídas entre el consorcio de universidades participantes con el fin de fomentar proyectos e investigaciones futuras del centro aeroespacial.